Beber, escribir y follar

Estaba sentado en un bar en mi habitual estado de confusión, bueno, nada funciona bien: las mujeres, el trabajo, el ocio, el tiempo, los perros... Finalmente sólo puedes ir y sentarte atontado, totalmente noqueado, y esperar; aguardando la muerte.

Sonaba una banda, recordé entonces a los felinos frenéticos, eran tipos realmente buenos, unas cuantas tocadas que se prolongaban toda la noche, música y alcohol, no había nada mejor que eso.

Recordé a los piojos también, buenos tipos, me hacían reír mucho, tenían verdaderas aspiraciones a ser todas unas estrellas del rock piojo…

Recordé también a la bruja berti echando espuma, berridos del corazón…

La chica me sirve otra cerveza, la mire alejarse, llevaba un vestido negro corto con un cierre en el frente, mire como sus lindas piernas se alejaban, imagine como de un tirón bajaba el cierre por completo y quedaba ella en un segundo mostrando su cuerpo y tapando con sus brazos su estómago desbordante…

Mire a mi alrededor, mesas llenas de personas riendo, volví a divagar en mis fantasías, allí estaba yo sentado solo en la barra, la chica volvió y lanzo una broma estúpida, el libido se me bajo de golpe. Sonreí y me acabe la cerveza.

Salí de allí, encendí un cigarro, el demonio se agitaba a mi lado, como un aire impalpable, yo lo respiro y siento como quema mis pulmones, y los llena de un deseo eterno y culpable.

Así me conduzco, lejos de la mirada de Dios, jadeante y destrozado de fatiga.