¿Por qué lloras nena?

La niña, desahogando un inmenso dolor, lanzó un grito que detuvo el tiempo. Arañazos furiosos rompieron el silencio de la noche helada. Las puertas del auto se cerraron de golpe mientras mis cómplices la inmovilizaban en el asiento trasero, uno de cada brazo. Su pelo estaba revuelto, cubriéndole parte del pálido y tenso rostro. A través del retrovisor, su mirada chispeante y rabiosa finalmente se encontró con la mía. Con voz suave y llena de calma, le dije: "No llores, nena, solo te vamos a hacer gozar".